Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente,
un hombre una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna, como aquélla.
De pronto, un hombre que iba pasando lo reconoce.
Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces le dice:
- ¿Qué haces, Guno, con una lámpara en
la mano, si no ves?
El ciego responde:
- No llevo la lámpara para ver mi camino.
El ciego responde:
- No llevo la lámpara para ver mi camino.
Conozco la oscuridad de las calles de memoria.
Llevo la luz para que otros también puedan guiarse con ella…
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